domingo, 8 de noviembre de 2015

Luces.

Y es entonces cuando te das cuenta
de que quieres salir,
salir de esa habitación que te está agobiando,
salir de tu propia mente si es posible.

Intentas rellenar esa hoja en blanco,
pero nunca lo consigues,
y sigues luchando por ello todas las madrugadas
hasta que te das cuenta de que no eres capaz
porque para ello primero tendrías que ordenar
todo lo que tienes en tu mente.

Estaría bien una salida de emergencia
por alguna parte,
pero esto no es un libro con todo el final feliz ya planeado,
esto es la realidad
que ha conseguido atraparte de lleno
y que te ha dañado todo lo que llevas dentro.

A lo lejos hay una luz
que se enciende y se apaga,
parpadea, y tú ya ni sabes cómo detenerla
pararle toda esa confusión que lleva encima
quitarle ese parpadeo constante
que no la deja decidir
si quedarse encendido
o si, por el contrario, apagarse de una vez por todas
y dejar de luchar por la luz que no consigue mantener.

Y cerca, ves un reflejo
unos ojos castaños te saludan desde el otro lado del espejo
y es entonces cuando descubres lo cansados que están
pero que aún así
parecen susurrarte que van a seguir luchando,
porque de cualquier forma
no quieren que por ellos se vea una derrota.